Subo a mi terraza,
o me siento en mi ventana,
con un cigarro en mano,
y escucho,
escucho los sonidos,
esos sonidos
que de dia son aplacados por la urbe social
que algunos llaman, ciudad.
Escucho por ejemplo,
el aleteo de las Gaviotas
que pasean por sobre mi cabeza,
ese particular grito
que puedo percibir a lo lejos,
muy lejos
quien sabrá donde volaran,
quien sabrá donde estarán
esas personas que a lo lejos
conversan y ríen,
escucho también
unos perros
que ladran
quien sabrá por que motivo,
también puedo escuchar
a alguien
que pasa suavemente por mis oídos,
se hace llamar viento,
a veces
puedo percibir
el sonido
el sonido de una insaciable pelea
esa pelea
donde siempre hay uno que golpea
golpea furiosamente
y otro que resiste
que resiste incansablemente
me refiero
a la brutal golpiza
que reciben las rocas
cuando Neptuno se encuentra enojado.
Pero
entre estos bellos sonidos que puedo sentir,
no consigo alejar
los ruidos,
los maquinarios ruidos,
que irrumpen
rodeando
esta metrópolis...